Macarena lo dejó todo y se subió a su Ford Escort cabriolet para recorrer las rutas argentinas.
Durante meses, conoció lugares increíbles, gente hospitalaria e hizo changas para mantenerse en la carretera. Se sentía completamente satisfecha con su experiencia.
Pero, de pronto, en el peor momento, cuando ya no le quedaba dinero, el motor de su auto se fundió. Tuvo que dejar el Escort abandonado, alquilar una habitación en una pensión barata y buscar trabajo en esa ciudad donde terminó atrapada.
Ya hace cinco años que vive en Rodríguez.
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