Muchos usuarios descuidaron por completo sus vidas.
Organizaban sus días en torno a una única rutina: dormir para conectarse.
Diseñaron dietas de somníferos para permanecer la mayor cantidad de tiempo posible en el mundo virtual.
Los más adictos empezaron a morir: algunos por inanición, otros por sobredosis.
Nadie los desconectó.
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