La fábrica apostó todo su capital a un proyecto innovador:
🧉 Mate a Rosca — Práctico, limpio y sin vueltas
Olvidate de golpear el mate contra la basura o de pelearte con la bombilla para vaciarlo. El Mate a Rosca llegó para cambiar la forma en que tomamos y limpiamos el mate.
✅ Sistema roscado: se desenrosca en segundos para vaciar la yerba sin ensuciar ni hacer fuerza.
✅ Fácil de limpiar: sin rincones incómodos, sin restos pegados.
✅ Diseño funcional y moderno: ideal para casa, la oficina o llevar de viaje.
✅ Apto para cualquier bombilla tradicional.
Una solución simple para un ritual de todos los días. Porque tomar mate puede seguir siendo un placer, pero limpiarlo también.
📦 Disponible en varios colores y materiales.
🚚 Envíos a todo el país.
Pero el mate fue un fracaso comercial.
La idea parecía buena. Brillante, incluso. Un mate que se desenrosca para tirar la yerba sin golpes, sin bombilla trabada, sin manos manchadas. “Una revolución para la tradición”, decían los carteles.
Pero el problema fue justo ese: la tradición.
Los materos de siempre lo miraban con desconfianza.
—No siento el peso del mate —decían.
—Parece de juguete.
—El ruido al desenroscarlo me saca del momento.
—¿Y si se afloja y me tiro todo encima?
—Mi abuelo me enseñó a sacarle la yerba con la bombilla, como corresponde.
Y los que no tomaban mate, simplemente no lo necesitaban.
Era funcional, sí. Era práctico. Pero no era querido.
No entró en las costumbres, no emocionó, no generó ritual.
Las ventas fueron pobres desde el comienzo.
Después del entusiasmo inicial en redes y ferias de diseño, el interés cayó en picada.
Las reseñas eran tibias. El precio, alto.
Y la competencia —con mates de calabaza, cerámica y acero inoxidable— era feroz.
La fábrica, que había reconvertido toda su línea de producción para este invento, empezó a acumular stock.
Cajas y cajas de mates a rosca apilados hasta el techo.
El personal fue recortado.
La campaña navideña no funcionó.
Tampoco el intento de regalar uno con cada termo.
La campaña “Desenroscá tu ritual” solo provocó memes crueles y burlas de influencers.
La fábrica no cerró de golpe.
Se fue apagando sola, como una bestia vieja que deja de moverse por partes.
Primero callaron los engranajes. Después, las calderas dejaron de toser.
La cinta quedó quieta, con un mate a rosca a medio ensamblar.
El polvo empezó a asentarse en los planos, en las herramientas, en los nombres grabados en las paredes.
Nadie vino a buscar nada.
Solo quedó el zumbido de lo que alguna vez fue una idea.
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