La recaudación se detuvo.
Durante meses, una página web alojada en servidores de difícil rastreo mostró un único mensaje:
“El 17 de octubre vamos a entrar a la caja fuerte de un banco. Si querés ser parte, aportá. Solo cobramos si lo logramos.”
La propuesta, formulada con una mezcla de descaro y marketing digital, funcionaba como una campaña de financiación colectiva. Se hizo viral.
No se pedían datos personales, solo transferencias anónimas a través de plataformas intermedias.
El sitio prometía no cobrar nada si la acción fracasaba. Solo se habilitarían los pagos si el objetivo se cumplía.
Reunieron cien millones de dólares en múltiples monedas, provenientes de tarjetas de crédito y billeteras virtuales de todo el mundo.
Después del 17 de octubre, la página desapareció.
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