LA APUESTA

Juano llenó un bolso con plata. Compró una Coca Zero en un quiosco y arrancó el auto. Salió de Rodríguez con rumbo a Mar del Plata. Paró una sola vez, en Atalaya.

En Mar del Plata fue directo al casino. Cambió toda la plata por fichas. El cajero hizo correr la bolilla de que alguien iba fuerte, y los clientes regulares empezaron a ficharlo.

Juano eligió una ruleta y apiló todas sus fichas en el 00. Desbordaban la casilla. Muchos apostadores se sumaron a su jugada, confiando su suerte a esa novatada.

Todos miraban la ruleta, fantaseando qué harían con toda esa plata apostada por Juano en un instante, o con todo lo que ganarían si acertaba. Un número imposible de calcular sin usar el teléfono.

La ruleta empezó a girar. El croupier empujó la bolilla con el pulgar de la mano derecha.

La bolita tropezó y cayó hacia el centro. Los casilleros de los números trataban de atraparla. Saltó una vez más y se detuvo en un casillero.

Colorado el 34.

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