LA FÁBRICA QUE CRUZÓ EL OCÉANO

Luego de la muerte de su mujer, Amnitas decidió que no quería vivir más en Pella porque la veía en cada rincón de la ciudad. Con el apoyo de su hijo Filipo, despidió a los obreros y gerentes que se negaron a acompañarlo, construyó dos alas en su fábrica y viajó de Pella al el nuevo continente. Aterrizó en Rodríguez.

Al poco tiempo de asentarse en Rodríguez, Amnitas murió y Filipo se hizo cargo de la fábrica. La administró con más destreza y menos piedad que su padre.

Filipo no quería casarse porque temía sentir el dolor que padeció su padre al perder a su compañera y también tenía miedo de que el amor lo ablandara en los negocios. Pero no quería dejar su fábrica en manos de un empleado. Un heredero podía ayudarle a administrar la fábrica. Entonces, buscó una mujer atractiva y le pagó para que fuera la madre de su hijo.

Alejandro fue una decepción para Filipo. Estaba más interesado en gastar plata que en hacerla. Por eso intentó engendrar otro varón, pero los vientres que alquilaba sólo le ofrecían mujeres. Abortó hijas hasta que la muerte lo tomó por sorpresa. En su último pensamiento, entendió que debería haber dejado la industria a su mano derecha.

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