Angélica camina con resaca por la calle. No está muy bien orientada, pero insiste en volver a su casa. Cada tanto, se baja un poco la minifalda, que se le levanta continuamente. También se acomoda el escote. Da por perdido el maquillaje.
Alguien le toca la bocina. Un lindo auto. De los caros.
Filipo frena y baja la ventanilla. Angélica sigue caminando como si el auto caro no existiera, pero, unos pasos después, se agacha para apoyar los brazos sobre la ventanilla baja.
Él le dice que es millonario y le ofrece vivir con él a cambio de un heredero. Por supuesto, responde ella.
Filipo apenas le presta atención. Va al lejano cuarto donde duerme Angélica los días en que ovula para intentar embarazarla. A veces toman un poco de ajenjo y la pasan verdaderamente bien.
Luego de varios meses intentándolo, Angélica queda embarazada. Filipo es más servicial y cariñoso durante los meses que dura el embarazo. Se acerca periódicamente a su habitación para preguntarle si está todo bien y se quedan un rato hablando de la vida, de las nubes y de los bebés.
Finalmente, nace Alejandro.
Filipo deja de ir a su habitación. A veces, hablan durante la cena.
Angélica sabe que Filipo es un marido incompetente, pero lo justifica porque también sabe que él tiene otros intereses. Un par de veces lo descubrió en situaciones raras con Claudio. También con otras personas. Ella no le interesa. Filipo le da todo lo que quiere y la deja ser tan libre como él. Con el paso del tiempo, él se refugia cada vez más en su compañía, confiándose a ella como si fuese su única amiga.
Angélica mira a Alejandro correr y sonríe.
En algún gallinero cercano, un gallo canta hasta morir.
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