STRAIGHT TO YOU

Filipo iba a la casa de Eusebia una vez por semana. Lo hacía para garantizar que su porvenir estuviera protegido, para ver qué decían los oráculos sobre sus negocios, y, principalmente, porque estaba enamorado de ella. Le daba regalos, esperando a cambio el privilegio de su exclusividad.

Sin embargo, Eusebia tenía también una relación con Claudio, quien esperaba el día en que ella dejara a Filipo, aguantando en las sombras. 

Ella, la gran curandera, no predijo que quedaría embarazada. Los oráculos no se lo dijeron.

Le dijo a Filipo que el bebé era de Claudio y cortó su relación con él. Filipo se molestó muchísimo, pero reprimió su ira porque le tenía miedo a la curandera. Siguió yendo todas las semanas para consultarle su suerte, sin mencionar su vieja relación ni una sola vez, aunque, hasta el día de su muerte, le habló con un tono de muchachito ofendido.

A Eusebia le costó adaptarse al embarazo porque, aunque se lo juró una y otra vez, Claudio no creyó que el bebé fuera suyo y se fue de Rodríguez.

Cuando nació una niña, la actitud de Eusebia cambió. Sintió que tal vez podía recuperarse el linaje de las curanderas. Se esforzó por amarla y enseñarle todo lo que sabía, aunque veía en los ojos de Clara la mirada perdida de Claudio. Y odiaba que la niña ni siquiera pudiera aprender la hechicería más básica, ni mucho menos la comunicación con los oráculos.

Un día, Fátima le dijo a Eusebia que los oráculos le anunciaron la proximidad de Claudio. Eusebia volvió a sonreír, un poco. Lo esperó todas las tardes en la puerta de su casa, hasta que finalmente apareció con un ramo de rosas blancas, un sobretodo gris y un sombrero verde.

Se amaron hasta que las llamas consumieron a Eusebia.

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