Hace cuarenta años que da clases a los niños de primer y segundo grado de la Escuela N°1. Ya tendría que jubilarse. Hace un par de años que la presionan para que se retire: le faltan el respeto, le exigen más, le reprochan detalles para que se vaya y deje de juzgar lo poco que saben las nuevas maestras.
Olga no quiere retirarse porque está sola. Lo único que tiene es su trabajo. Los niños, con su inocencia y sinceridad, la hacen sentir querida, le dan un lugar en el mundo.
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