Nadie recuerda exactamente por qué está detenido el actor.
Dicen que lo trajeron una noche de tormenta, cuando tocaba la armónica en la plaza, interpretando un blues, y que fue denunciado por provocar melancolía.
Otras versiones aseguran que irrumpió en una misa, vestido de Napoleón, y recitó un monólogo de Shakespeare ante el altar, mientras los feligreses pensaban que era parte de la homilía.
Sea como sea, nadie pidió su liberación y él no se queja.
Los oficiales lo dejaron quedarse. Se acostumbraron al sonido de su armónica y a sus reinterpretaciones de escenas clásicas.
A veces ensaya para nadie. A veces interpreta tragedias para la cafetera encendida. A veces le llevan la televisión a la celda para que actualice sus melodramas.
Y por las noches se acuesta tranquilo en el catre, soñando que mañana, por fin, lo convocan a un casting.
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