EN SU LUGAR

Fabiana trabaja en el museo desde hace once años. Entró por un plan de empleo municipal, y se quedó. Al principio hacía de todo: limpiar vitrinas, revisar inventarios, atender el teléfono. Con el tiempo, se fue quedando con las tareas que nadie más quería: abrir temprano, cerrar tarde, rellenar planillas.

No estudió museología ni historia del arte. Le gusta el orden, eso sí. Saber dónde está cada cosa. A veces, cuando está sola, acomoda las piezas mínimamente torcidas en las vitrinas. No lo hace por obsesión, sino por respeto. Cree que si alguien se tomó el trabajo de guardar un objeto para el futuro, lo mínimo que merece es estar derecho.

Nunca habla de su vida personal. Se sabe que vive cerca y que tiene un gato viejo que se llama Lunes. Llega puntual, saluda con un gesto y se pone a trabajar. No tiene redes sociales. Toma mate. Tiene un cuaderno donde anota frases que escucha al pasar, sin contexto. Dice que algún día va a escribir un libro.

No se involucra con lo paranormal, pero tampoco lo descarta. Dice que no todo tiene explicación, y que eso está bien. Que hay cosas que simplemente se sienten. A veces la encuentran mirando fijo una piedra o una maqueta, como si esperara que le respondiera algo.

A Clara le gusta más cuando el museo está vacío. Caminar en silencio por los pasillos. Limpiar los cristales con cuidado. Escuchar el zumbido de las luces.

A veces piensa en renunciar, pero no encuentra dónde más querría estar. Porque para Clara, el museo no es un trabajo. Es un lugar donde todo lo que parece olvidado sigue teniendo un lugar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario