LAGO EN FURIA VA

En lo más profundo del lago, donde la luz no alcanza y el tiempo parece haberse detenido, una presencia oscura comienza a despertar.

El corte del loto es una violación terrible, un desequilibrio en el delicado orden que protege el lago y sus alrededores. La flor sagrada, símbolo del vínculo entre el agua y la tierra, ha sido rota por manos humanas.

La masa oscura se mueve lentamente, arrastrándose entre el barro y las raíces, emergiendo con un peso y una fuerza ancestral. Su cuerpo es una amalgama de lodo, ramas retorcidas y hojas muertas, una forma indefinida pero imponente, con ojos que arden como brasas en la noche.

Con cada paso que da, aplasta la tierra y rompe el silencio profundo del lugar. El lago ruge a su alrededor, temblando ante la ira de la criatura. Surge del agua, pesado y ominoso, sus ojos queman con la furia de una tormenta desatada. Ve a los dos humanos en la orilla: el origen de su enojo.

El hombre, al sentir la presencia de la bestia, empuja a la mujer y huye. Corre con desesperación, pero la criatura lo persigue con determinación implacable, sin demora ni misericordia.

Cuando lo alcanza, un zarpazo poderoso lo derriba. El hombre cae al barro, gimiendo, mientras la criatura se cierne sobre él, dejando que el peso de la justicia primigenia se abata sin piedad.

Finalmente, la criatura regresa lentamente al lago, sumergiéndose en la oscuridad que es su hogar, fundiéndose con el agua, las raíces y el barro, hasta quedar oculta una vez más en las profundidades silenciosas.

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