LOTO QUE SE QUIEBRA

Bajo la luz fría y pálida de la luna, Ren observa el loto abierto en la orilla del lago. La flor brilla con un resplandor casi sobrenatural, como si guardara un misterio antiguo y prohibido.

—Perdóname, Kazumi —dice Ren con voz quebrada, arrancando el loto con cuidado y extendiéndoselo a la mujer.

Ella lo mira con ojos fríos, sin parpadear ni suavizar el gesto.

—No te disculpo un carajo —responde Kazumi con dureza, su voz cortante como un cuchillo.

Sin más, lanza el cadáver marchito del loto al agua oscura. El golpe del loto contra el lago es seco, rompe la calma.

De repente, el agua se agita violentamente y un sonido profundo, húmedo, estalla en la noche. Algo emerge lentamente de las profundidades: una masa oscura, informe, cubierta de barro, raíces y algas podridas. Sus ojos, pozos sin fondo, arden con una luz fría y siniestra que parece atravesar la oscuridad misma.

Ren siente un escalofrío que le recorre la columna vertebral, un miedo primitivo que le grita que está ante una fuerza que no puede comprender ni controlar.

La criatura del lago avanza con paso lento pero firme, y un rugido que retumba como un trueno resuena en el silencio nocturno, helando la sangre en las venas de Ren.

Con el corazón latiendo a mil por hora, Ren se da cuenta de que debe actuar rápido para salvarse.

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