Miguelito sale del hospital consternado. Su hermana desborda de locura. Él la quiere demasiado como para no sentirse mal por ella. Lo preocupa. Si prendió fuego la casa, tiene que pagar por lo que hizo.
Miguelito necesita despejarse. Recuerda que Alejandro le dijo que esperaría en el bar. ¿Estará ahí todavía?
Le manda un mensaje:
―¿Estás en el bar? Voy para ahí, andá abriendo una cerveza.
―Te espero ―le responde Alejandro.
En Alejandría, Miguelito duda antes en entrar. Alejandro abre la puerta, lo arrastra hacia adentro, agarrándolo de la remera, y lo atrapa con un beso.
Por un rato, no habrá Luna en su noche. Mientras su hermana pierde el equilibrio, Miguelito lo encuentra.
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