Más que una banda, es una red secreta compuesta por ladrones y matones, muchos de ellos protegidos por sellos familiares, escudos policiales o silencios judiciales. Al frente, sin exhibirse jamás, está Horacio.
No se lo nombra. Se dice “el Viejo”, “el Patrón”, “el que manda desde la sombra”. Su vínculo con el crimen no es público ni directo, pero él autoriza, castiga, promueve o hace desaparecer a quienes se salen de su código.
El negocio es amplio: robo de propiedades, cobro de deudas, extorsión a comerciantes, venta de objetos mágicos de dudosa procedencia y tráfico de hechicería oscura.
La policía, lejos de combatir la organización, la sostiene. Varios oficiales actúan como recaudadores, custodios o informantes. Solo uno se atrevió a enfrentarlo: Demetrio.
Pero el verdadero temor de todos, incluso de Horacio, es el Juez.
El Juez asesina sin piedad a los criminales de Rodríguez.
¿Héroe o villano? Nadie lo sabe. La gente no se decide.
Nadie sospecha quién es.
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