TODO ESTO

Lo duda hasta el último momento.

Clara le cae bien. Más que bien. Compartieron secretos, saberes. Él la formó. La guió.

Pero también sabe que puede irse de las manos.

Está loca. Y él ya tiene un amor.

Mateo se decide.

No por rencor.

No por miedo.

Por poder.

Traiciona a Clara y se queda con el dedal que combina las magias de los brujos y las curanderas.

Una fusión que no debería existir, que nadie autorizó.

Y, sin embargo, ahí está. En su mano.

Esa misma noche va al cementerio.

El viento ha cambiado. Huele distinto. Se lo nota inquieto.

Encuentra a Susana sentada junto a la tumba de su hijo.

La saluda con una leve inclinación de cabeza, sin detenerse.

Ella no responde. Ni siquiera lo mira.

Mateo avanza entre los pasillos hasta llegar al rincón donde está enterrada Elisa.

Se arrodilla frente a la lápida. Cierra los ojos.

Respira hondo. Se calza el dedal. Lo activa.

Susurros de invocación.

Un gesto.

Una espera.

Quiere algo.

Una palabra.

Un signo mínimo.

Que la tierra tiemble.

Que el aire se enfríe.

Algo.

Pero no pasa nada.

Ni una voz.

Ni una sombra.

El viento se calla.

Y entonces, todo esto,

¿para qué?

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