ON THE ROCKS

José apura la petaca de caña Legui mientras se termina de vestir. La recarga y sale hacia el auto. Al vehículo le cuesta arrancar; está demasiado viejo, demasiado descuidado. Sigue vivo tan solo por fidelidad.

Entra en Aloha. Se sienta solo en la barra. Apenas saluda. Todos lo conocen, porque en Aloha todos se conocen. Saben que casi nunca quiere hablar; por eso lo dejan en paz.

Carlos se acerca, pasándole un trapo a la madera.

—¿Whisky? —pregunta.

José asiente con un gesto: tres dedos.

Carlos agarra un vaso limpio, saca unos hielos, vierte Johnnie Walker etiqueta negra.

—Así que hoy a la tarde anduvo tu hija visitando a tu señora, che —comenta, mientras sirve.

—Y un tequila —dice José.

—¿Las dos bebidas juntas?

—Sí. Juntas.

Carlos se encoge de hombros. Le deja también un vasito de tequila, con sal y limón al costado. Luego se aleja. Se da cuenta de que José no quiere conversación.

El whisky cae en dos sorbos. Después el tequila, sin sal. Se mete el limón en la boca, con cáscara. Luego de masticarlo un poco, se lo traga.

—¡Carlos! —grita.

Cuando el mozo se acerca, José tira un billete sobre la barra.

—Yo no tengo ni mujer ni hija —dice—. Quedate con el vuelto.

Y se va.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario