FUEGO EN LA CALLE 10

Viernes 03:00 AM en Rodríguez.

Garúa, pero no alcanza para sofocar el fuego que consume la casa de la calle 10.

En la vereda de enfrente, la brasa de un cigarrillo es lo único que delata al hombre del sobretodo, que observa el incendio mientras fuma desde la sombra enorme de un sauce.

Un auto con las cuatro ruedas pinchadas está estacionado frente a la casa en llamas. El intermitente resplandor rojo se proyecta en las ventanillas y en los anteojos de Luna, que se balancea contra el vehículo, mirando el incendio.

Otro auto dobla en la esquina y pasa frente a la casa incendiada. Venía por la calle 25. Tal vez dobló al notar el fuego, con intención de curiosear. Gabriel no se da cuenta del hombre que fuma, inmóvil, observando el incendio que devora la casa. Frena en medio de la calle, baja del auto, se agarra la cabeza y llama al 911.

Luna deja de balancearse contra el auto, se levanta y se va.

De pronto, Gabriel ve a una mujer que sale corriendo desde la casa. Duda: no sabe si seguirla o esperar a los bomberos. Por las dudas, se va a su casa. No quiere problemas.

La puerta de la casa en llamas se abre: una anciana sale envuelta en fuego, gritando. Da dos pasos y cae. Muere carbonizada.

El hombre que fuma enfrente da la última pitada, deja caer el cigarrillo, lo apaga con la suela de su zapato izquierdo y se va.

Unos minutos después, Bartolomé llega a la casa incendiada. Mira el cuerpo de Eusebia. Mira el incendio.

Después, llegan la policía y los bomberos.

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