LA NOCHE RODRIGUENSE

Los bares Alejandría y Atlántida están prácticamente vacíos. Esta noche canta El Lobizón Ferreira en Rodríguez. Todos están reunidos en Babilonia, que desborda de fans hacia la vereda, la calle y la plaza del centro. También ocupan las escalinatas de la iglesia

Para evitar quilombos, las autoridades del bar le piden a los patovicas que cuelguen una pantalla gigante en la puerta.

El Lobizón sale al pequeño escenario, apenas puede moverse entre la banda y los instrumentos. Empieza su perorata musical de amor y desamor con onda reggae y ritmos pegadizos.

Susana no le presta atención al show. Le llega un mensaje de Andrés. Lo lee con desgano, cierra el chat y guarda el teléfono en su cartera para seguir besándose con Pablo.

Pasan unos cuatro temas.

Cuando Pablo se va al baño, ella relee el mensaje. Piensa la respuesta con detenimiento y la envía.

Pablo sale del baño y camina hacia ella. 

Andrés la llama. Susana le corta al primer tono.

Andrés insiste. Pablo llega a su lado, molesto por abrirse paso entre tanta gente. Susana, a tientas, corta la llamada. El celular vuelve a sonar. Pablo lo nota. Susana atiende, lista para la discusión que ya se dibuja en el rostro de Pablo y empieza a desparramarse en su boca.

Pero Susana abre los ojos, se agarra la cabeza y quiere irse. Pablo la retiene del brazo. Susana lo desmaya de una trompada y sale corriendo, gritando desesperada.

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