CORO

 ―Ay, ese Mateo es uno...

―Me extraña que siga suelto.

―¿¡¿Cómo no lo van a meter preso, con lo loco que está?!?

―Si mató a la mujer y a la cuñada.

―Estos policías son unos ineptos.

―Esta ciudad está llena de malandras y de inútiles.

―Y… como para que no lo esté. Mirá el barrio en el que nos toca vivir ahora.

―Pobre Olga, la hija ligerita que le tocó.

―Peor está la Patricia, con todos los quilombos que tienen con su hijo.

―Él se la buscó solito y no se fijó en los disgustos que generaba. Hacerse el homosexual, qué es eso.

―Los chicos de ahora están todos locos.

―Y no nos olvidemos que mató a la pobre parejita.

―Así son los homosexuales. Andan siempre con un vasito de alcohol y saliendo a la noche, manejando mamados.

―Y matan a pobres inocentes.

―Pobres padres.

―Pobres padres.

―Igualmente, el peor es Mateo.

―Afana.

―Anda prendido en la venta de drogas.

―Y en la brujería.

―Me canso de barrer sus macumbas.

―Toda la cuadra llena de azufre.

―Y mató a la mujer.

―Es un hijo de puta.

―Y anda suelto.

―¿Cómo puede ser? ¿¡¿Qué le pasa a este barrio?!?

―Tan buenos.

―Tan solidarios.

―Tan inocentes éramos cuando trasladamos nuestras casas.

―Miranos ahora. Enrejados, con miedo al loco ese y a los chorros.

―Hace poco hizo cinco años que Néstor se suicidó.

La hija de Mateo es más conflictiva que la Victoria incluso.

―Dicen que el hijo de Néstor anda vendiendo drogas.

―Con razón se lo ve siempre perdido. Apenas saluda.

―Cada vez peor vienen los chicos.

―Cada vez peor viene el barrio.

―Miren las casas que llegan ahora.

―Destruidas.

―Precarias.

―Llenas de malandras.

―Ahora las construyen acá, no vienen volando.

―Ay, chicas, ¿qué vamos a hacer?

―Qué enfermo que está Cacho.

―Al Beto le detectaron un cáncer.

―¿A tiempo?

―No.

―No sé si es una maldición o una bendición que nos estemos muriendo.

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